Vengo del mar pero vivo en una pecera

01 junio 2006

Hay una calle que lleva tu nombre...

Es increíble cómo un sueño puede trastocarme la semana. La canción del post anterior (de Quique González (lo siento, quizá debí ponerlo pero me quedé sin conexión)) viene a colación con ese sueño. No la letra pero sí la canción en sí. Retumba en mi cabeza como si hubiera hecho botar una pelota de esas que nunca paran por mi cráneo y ahora no cesara de rebotar en sus paredes.
Yo soy yo y mis circunstancias. Ese sueño se me ha repetido hasta la saciedad durante gran parte de mi vida y lo seguirá haciendo. He descubierto por qué. Está muy relacionado con algo que no puedo tener y ese hecho hace que no consiga quitármelo de encima.
He pensado mucho en el anuncio del Seat Ibiza en el que se cuenta la historia de que Tolstoy le dijo a su hermano una vez que se quedara quieto en un rincón hasta que dejara de pensar en un oso blanco; aquello no parecía muy difícil, sin embargo, no dejó de pensar en osos blancos, simplemente por el hecho de que tenía que evitar pensar en ellos.
Intentar quitarme la pelota que rebota del interior de mi cabeza sólo le da impulso. Supongo que ya se cansará... o no.
Un beso para todos
... en la ciudad del viento

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Demasiado Quique González puede ser perjucial... Bueno, no está mal, pasamos de Blur a Quique González. Vamos mejorando. Un beso y no estudies mucho. Pedro

Anónimo dijo...

Nunca hay demasiado Quique González.

Si la pelota no se va, juega con ella...

Anónimo dijo...

Siempre hay un pequeño agujerillo por donde se cuelan las pelotas pero está claro que nunca se puede apuntar a él. Creo que un día te acostarás y por la mañana ya no estará... entonces te darás cuenta de que se ha caído y que si tu no la vuelves a meter en tu cabeza... nunca volverá a poder entrar.
Paciencia y... me uno a lo que dice *, juega con ella!!! porque ya sabes no...
UNETE AL ENEMIGO Y VENCERÁS

Anónimo dijo...

Las pelotas se pinchan cuando menos te lo esperas y sin darte cuenta, hasta que un día piensas "¿que ha pasado con todo aquello que me preocupaba?¿se ha ido?" Pues sí, simplemente pasa. Aquello que parece que nos va a obsesionar de repente desaparece, sin más, sin razón. Tiempo al tiempo.